3.3.14

Viviendo la crisis


 

 





(1) Inma Ruiz, arqueóloga, y José, comercial, perdieron el empleo en 2008. "Pasamos de 5.000 euros al mes a no tener nada. Hubiese preferido que mis hijos (16 y 21 años) hubiesen sido pequeños y no se dieran cuenta", dice Inma. Tras asumir que a los 50 eran invisibles para un mercado laboral con seis millones de opciones, el triple que en 2008, se reinventaron. Hace un año abrieron una tienda de artículos de segunda mano en Málaga. Allí venden muebles, ropa o cualquier cosa que se recicle. Un negocio en alza desde el estallido de la burbuja. Subsisten, aunque Inma lamenta que entre más gente a vender cosas que a comprar.; 
(2) Cuando Andrés Moya se planteó a los 39 años cambiar de casa, se encontró que sus contratos temporales y su escaso salario no le facilitaban el alquiler. Supo entonces que o emigraba o dejaba la ciencia, puesto que la posibilidad de conseguir una plaza estable, cuando se ha reducido un 19,5% el presupuesto para proyectos de Plan Nacional de Ciencia, era muy remota. Así que este astrofísico granadino de envidiable currículo —acababa de liderar un proyecto de telescopio espacial finalista en un concurso de la Agencia Europea del Espacio— se pasó en octubre a la empresa privada, a una consultora. 
(3) Angelina Fernández lleva dos años sin escuchar música. Antes siempre se sacaba un modesto abono para los conciertos del Auditorio Nacional. “No es una tontería. Me produce mucha tristeza. Es el final de nuestra vida y no lo podemos pasar tranquilos”, dice esta jubilada de 74 años. No es lo único a lo que ha renunciado por culpa de la pérdida de poder adquisitivo de su pensión de 800 euros. Hasta un paquete de tiritas de tres euros le parece un problema, porque no mira por ella sola. Gracias a que tenía un poco ahorrado, sus hijos y nietos, la mayoría sin empleo, se han podido apoyar en ella estos años. No es una excepción en un país en el que ya en 2010 el 7,8% de familias con todos sus miembros en paro dependía de un pensionista. Ahora, tras nacer en la posguerra y un último lustro de agobios, Angelina se dice pesimista: “Estamos apáticos. Nos han quitado la ilusión”. ;
(4) El médico Santiago Izco observa con dolor las consecuencias de los recortes. No solo porque los ajustes de Gobierno y comunidades se han llevado una parte importante de su sueldo. También, dice, porque ya no se cubren bajas ni se hacen sustituciones. Son menos sanitarios para atender a más pacientes. “Y cada vez con más problemas. Los repagos están ocasionando además que la gente no pueda pagar parte de su medicación”, asegura. Este facultativo de 38 años ha trabajado en medicina interna en tres hospitales madrileños y ha percibido el cambio en la atención. “Las listas de espera se han disparado y muchos programas de prevención y de atención a población vulnerable han desaparecido”. No es lo único. Izco, miembro de Yo Sí Sanidad Universal, cree que se ha aprovechado la crisis para eliminar el derecho a la sanidad de toda la población. “Se penaliza a los más enfermos”.;
(5) Este viernes Juan Carlos Ángeles no vendió mucho pescado en su puesto de Mercamadrid. “Por las fechas teníamos que haber despachado bacalao, y solo hemos colocado elaborados y un poco de cáscara”. Son las peores Navidades que recuerda, pero no le extraña nada visto que del año anterior a este el descenso en las ventas ha sido del 20%. Es la tendencia general con el pescado, uno de los alimentos en el que más han recortado los españoles. Las familias medias no lo comen más que un par de veces a la semana, mientras que, por su precio, los alimentos preparados aguantan mucho mejor el recorte del gasto. “Y ahora vienen dos meses malos: enero y febrero”, sonríe resignado Ángeles, una torre de dos metros.; 
(6) Anu Rodríguez cree que el vendaval de la crisis ha dinamitado el Estado de bienestar. “Habíamos ido creciendo en prestaciones y logros que se han esfumado”, dice. Tiene 47 años y lleva 24 trabajando en los servicios sociales del Ayuntamiento de Mejorada (Madrid). Desde que comenzó a empeorar la situación económica se siente “como un pulpo con muchos tentáculos” que intenta cubrir las peticiones de todos los que solicitan ayudas sociales. “Son cada vez más, y los apoyos, cada vez menos. Para muchos somos su único recurso”, dice. Esta trabajadora social reconoce que cada día se va a casa más afectada: “Las ayudas están tardando en llegar un año y medio y nos encontramos familias que no tienen ni para pagar una vacuna o una prótesis dental. Las cosas que antes eran básicas ahora son un lujo. Es dramático”.; 
(7) Remedios Rufino nunca había pensado en jubilarse, pero ahora no ve el momento. No es la edad (58 años), dice, ni un recorte de sueldo de unos 100 euros mensuales sobre 2.400 y los 2.500 de la extinta paga extra. Es que su trabajo como profesora de Biología y jefa de estudios en el instituto Bernardo de Balbuena de Valdepeñas se está haciendo muy cuesta arriba. Han perdido 20 docentes (ahora son 56), pero atienden a los mismos alumnos, unos 800. Eso significa menos apoyos y más grupos en aulas más llenas: ella, por ejemplo, de 65 estudiantes ha pasado a dar clase a 105. Castilla-La Mancha ha recortado alrededor de 4.400 profesores, más que ninguna otra autonomía.;        ('El vendaval de la crisis', El País, 27/12/2013)

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