(1) Inma Ruiz, arqueóloga, y José, comercial, perdieron el empleo en 2008.
"Pasamos de 5.000 euros al mes a no tener nada. Hubiese preferido que
mis hijos (16 y 21 años) hubiesen sido pequeños y no se dieran cuenta",
dice Inma. Tras asumir que a los 50 eran invisibles para un mercado
laboral con seis millones de opciones, el triple que en 2008, se
reinventaron. Hace un año abrieron una tienda de artículos de segunda
mano en Málaga. Allí venden muebles, ropa o cualquier cosa que se
recicle. Un negocio en alza desde el estallido de la burbuja. Subsisten,
aunque Inma lamenta que entre más gente a vender cosas que a comprar.;
(2) Cuando Andrés Moya se planteó a los 39 años cambiar de casa, se encontró
que sus contratos temporales y su escaso salario no le facilitaban el
alquiler. Supo entonces que o emigraba o dejaba la ciencia, puesto que
la posibilidad de conseguir una plaza estable, cuando se ha reducido un
19,5% el presupuesto para proyectos de Plan Nacional de Ciencia, era muy
remota. Así que este astrofísico granadino de envidiable currículo
—acababa de liderar un proyecto de telescopio espacial finalista en un
concurso de la Agencia Europea del Espacio— se pasó en octubre a la
empresa privada, a una consultora.
(3) Angelina Fernández lleva dos años sin escuchar música. Antes siempre se
sacaba un modesto abono para los conciertos del Auditorio Nacional. “No
es una tontería. Me produce mucha tristeza. Es el final de nuestra vida y
no lo podemos pasar tranquilos”, dice esta jubilada de 74 años. No es
lo único a lo que ha renunciado por culpa de la pérdida de poder
adquisitivo de su pensión de 800 euros. Hasta un paquete de tiritas de
tres euros le parece un problema, porque no mira por ella sola. Gracias a
que tenía un poco ahorrado, sus hijos y nietos, la mayoría sin empleo,
se han podido apoyar en ella estos años. No es una excepción en un país
en el que ya en 2010 el 7,8% de familias con todos sus miembros en paro
dependía de un pensionista. Ahora, tras nacer en la posguerra y un
último lustro de agobios, Angelina se dice pesimista: “Estamos apáticos.
Nos han quitado la ilusión”. ;
(4) El médico Santiago Izco observa con dolor las consecuencias de los
recortes. No solo porque los ajustes de Gobierno y comunidades se han
llevado una parte importante de su sueldo. También, dice, porque ya no
se cubren bajas ni se hacen sustituciones. Son menos sanitarios para
atender a más pacientes. “Y cada vez con más problemas. Los repagos
están ocasionando además que la gente no pueda pagar parte de su
medicación”, asegura. Este facultativo de 38 años ha trabajado en
medicina interna en tres hospitales madrileños y ha percibido el cambio
en la atención. “Las listas de espera se han disparado y muchos
programas de prevención y de atención a población vulnerable han
desaparecido”. No es lo único. Izco, miembro de Yo Sí Sanidad Universal,
cree que se ha aprovechado la crisis para eliminar el derecho a la
sanidad de toda la población. “Se penaliza a los más enfermos”.;
(5) Este viernes Juan Carlos Ángeles no vendió mucho pescado en su puesto de
Mercamadrid. “Por las fechas teníamos que haber despachado bacalao, y
solo hemos colocado elaborados y un poco de cáscara”. Son las peores
Navidades que recuerda, pero no le extraña nada visto que del año
anterior a este el descenso en las ventas ha sido del 20%. Es la
tendencia general con el pescado, uno de los alimentos en el que más han
recortado los españoles. Las familias medias no lo comen más que un par
de veces a la semana, mientras que, por su precio, los alimentos
preparados aguantan mucho mejor el recorte del gasto. “Y ahora vienen
dos meses malos: enero y febrero”, sonríe resignado Ángeles, una torre
de dos metros.;
(6) Anu Rodríguez cree que el vendaval de la crisis ha dinamitado el Estado
de bienestar. “Habíamos ido creciendo en prestaciones y logros que se
han esfumado”, dice. Tiene 47 años y lleva 24 trabajando en los
servicios sociales del Ayuntamiento de Mejorada (Madrid). Desde que
comenzó a empeorar la situación económica se siente “como un pulpo con
muchos tentáculos” que intenta cubrir las peticiones de todos los que
solicitan ayudas sociales. “Son cada vez más, y los apoyos, cada vez
menos. Para muchos somos su único recurso”, dice. Esta trabajadora
social reconoce que cada día se va a casa más afectada: “Las ayudas
están tardando en llegar un año y medio y nos encontramos familias que
no tienen ni para pagar una vacuna o una prótesis dental. Las cosas que
antes eran básicas ahora son un lujo. Es dramático”.;
(7) Remedios Rufino nunca había pensado en jubilarse, pero ahora no ve el
momento. No es la edad (58 años), dice, ni un recorte de sueldo de unos
100 euros mensuales sobre 2.400 y los 2.500 de la extinta paga extra. Es
que su trabajo como profesora de Biología y jefa de estudios en el
instituto Bernardo de Balbuena de Valdepeñas se está haciendo muy cuesta
arriba. Han perdido 20 docentes (ahora son 56), pero atienden a los
mismos alumnos, unos 800. Eso significa menos apoyos y más grupos en
aulas más llenas: ella, por ejemplo, de 65 estudiantes ha pasado a dar
clase a 105. Castilla-La Mancha ha recortado alrededor de 4.400
profesores, más que ninguna otra autonomía.; ('El vendaval de la crisis', El País, 27/12/2013)
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