31.7.12

La chica de Ipanema...


Heloisa, la chica de Ipanema

"Helô era maestra de primaria, producto de una familia conservadora (su padre, general de Caballeria, sería censor de prensa en los años duros del gobierno militar), aunque marcada por el divorcio de sus mayores. Su madre vigilaba para que llegara virgen al matrimonio: le esperaba un buen partido, un rico heredero.

 Dado que los autores de Garota de Ipanemaeran hombres maduros (y casados), inicialmente no identificaron al objeto de sus deseos y hubo bastantes candidatas el título de Chica de Ipanema. Hasta que Vinicius lo largó en una entrevista. Jobim fue más discreto: todavía intentaría seducir a Helô antes de que se pasara por el altar.

¿Una canción engendrada en estado de gracia? Hasta cierto punto: hubo una primera encarnación, Menina que passa, donde el texto acentuaba el cansancio existencial del narrador, enfrentado con la natural sensualidad de aquella bella de larga melena. En el segundo intento, brotó Garota de Ipanema.

 Se estrenó en agosto, en un espectáculo musical del club Bon Gourmet, en la cercana Copacabana, que protagonizaban Jobim, Vinicius, Joâo Gilberto y Os Cariocas. Debutó en microsurco allá por enero de 1963, en la voz de Pery Ribeiro. (...)

Heloisa también montó unas boutiques de ropa playera, bajo la marca de….¡adivinen!…Garota de Ipanema. En 2001, los herederos de los (fallecidos) autores quisieron obligarla a prescindir de unas camisetas que reproducían la partitura original. La indignación fue general: ¿no podía la musa beneficiarse de la creación que inspiró? El juez se sumó al sentimiento de todo Brasil y desechó la demanda.  (...)




Todavía hoy, la Garota de Ipanemamusical irradia gracia, elegancia, seducción. Nos retrotrae, como ocurre con algunos capítulos deMad men, a un mundo tan coolcomo aberrante. (...)

Existe un magnífico libro de Ruy Castro,Ela é carioca, un diccionario de 231 entradas –personas, lugares, establecimientos- que cubre la era dorada de Ipanema, entre 1910 y 1970.

El tomo provoca nostalgia por aquel barrio hedonista y luminoso, donde vivir era barato y los emigrantes europeos se integraban rápido. Hasta que adviertes una anomalía: realmente ¿estamos en Rio de Janeiro? Ocurre que, en sus abundantes fotos, no aparecen negros, excepto los pocos que están trabajando: músicos, vendedores callejeros. "       (El País, Diego A. Manrique, 18/06/2012)



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