"Aun peor que la escultura en sí misma es el tipo de comportamiento fotográfico que está inspirando. Hombres (y mujeres) le lamen la pierna a Marilyn, se quedan embobados bajo su falda, apuntan a sus bragas gigantes mientras las miran lascivamente y se ríen. No es que la escultura en sí misma sea escandalosa o sexista u obscena, pero provoca en nosotros comportamientos juveniles"
"Marilyn escandaliza a Chicago. Una escultura gigante de la actriz con la imagen que la convirtió en icono, sujetando la falda de su vestido, atrae a turistas y provoca el rechazo de residentes y críticos de arte" (El País, 08/08/2011)
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