(1) Ana María Méndez ."La recompensa no es económica, sino moral". Dueña de una tienda de informática. 40 años. La lucha por mantener en pie su tienda en Barcelona se convirtió en otra mayor: la batalla contra el canon digital. De sus recursos judiciales por los 16.000 euros que le reclamaba la SGAE salió una cuestión prejudicial hacia el Tribunal de Justicia de la Unión Europea que acabó con un tirón de orejas a España por la forma de recaudar los derechos de autor;
(2) Emilio Silva."De los desaparecidos no hay bibliografía" Periodista y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. 45 años. Emilio Silva pasó de entrevistador a entrevistado en el año 2000, cuando dio con la fosa común a la que fue arrojado su abuelo muerto durante la Guerra Civil en El Bierzo (León). Fue la primera en abrirse siguiendo un protocolo científico, y los restos de su abuelo, los primeros en ser identificados. Pudo haberse quedado en una anécdota familiar, pero la herida de la guerra ya supuraba. Muchos otros tomaron el camino que Silva había emprendido. "De los desaparecidos no hay bibliografía", dice. O mejor: no había.
(3) Salvem El cabanyal."La gente mayor ha sido el alma de la resistencia" David Fariza, 27 años. Brígida Sevilla, 55 años. Francesc Alerón, 63 años. Estas tres personas habitan un barrio que pudo haber dejado de existir, y forman parte de la plataforma que logró evitar su derribo. Comenzaron su lucha en 1998, en una reunión de vecinos que se celebra todos los miércoles del año desde entonces. Una persona presente, un voto. Allí decidieron plantar cara en los tribunales y en la calle para evitar que la construcción de una gran avenida partiera en dos este antiguo hogar de pescadores, arrancando unas 1.600 viviendas. "El alma de la resistencia ha sido la gente mayor", dicen.
(4) Pilar Moreno Gómez "Me propuse sacar el caso adelante por mis narices". Profesora jubilada. 62 años. Cuatro discotecas en una zona residencial de Valencia. Los bajos de la música retumbando en los edificios. Las tazas tintineando al compás. La plaza a rebosar. Moreno dudaba entre seguir comprando tapones, mudarse o ponerse una doble cristalera. Hizo lo primero y lo último. No se hubiera perdonado lo segundo: abandonar el campo de batalla. Llegó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Ganó. Cambió la doctrina para atacar el ruido.
(5) "No sabía lo que era la Iglesia española".Profesora de religión (readmitida) y hostelero. 46 y 63 años. Él, dice, es un hombre "perseverante". Ella, más "prudentica". A Resurrección la despidió el obispado de su empleo como profesora de religión de un colegio público por casarse por lo civil con este alemán divorciado. Lo denunciaron. Dice ella: "Sola no hubiera aguantado un año". Y él: "Una injusticia no la soporto. Pero no sabía lo que era la Iglesia católica en España en pleno siglo XXI". El caso llegó al Tribunal Constitucional y, por primera vez, se metió en el fondo de un asunto como este. La Iglesia, dijo, no puede tomar decisiones esquivando los derechos fundamentales. La nueva luz doctrinal ha obligado a readmitir a Resurrección en su antiguo empleo de maestra.
(6) "Nos dejaron a un hijo en coma y a nosotros en la calle. Ha sido un abuso tremendo", dicen. Se han pasado 20 años perdiendo demandas contra la clínica y los profesionales que intervinieron en la operación de la que salió su hijo inerte. Pero nunca se rindieron. Acampados en una plaza madrileña, en señal de protesta, dieron con un nuevo testigo presente en aquel quirófano. Su declaración, dos décadas después, ha conseguido reabrir el caso. (El País, 20/05/2011)
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